El 23 de enero de 1958, Venezuela
vivió una de sus más hermosas faenas libertarias cuando un movimiento
cívico-militar derrocó al gobierno de Marcos Pérez Jiménez, quien se marcha a
República Dominicana a bordo del avión presidencial "la Vaca
Sagrada", a pesar de que un mes antes, se había efectuado un plebiscito
para prolongar su mandato, darle cierta solidez a su régimen y legitimidad ante
las Fuerzas Armadas. Sin embargo; ya se había acelerado un profundo proceso de
deterioro que terminó 23 días más tarde con su caída, el derrocamiento de la
dictadura se convirtió en una causa nacional, pues al conocerse la noticia el
pueblo se lanzó a las calles, saqueando las casas de los adeptos al régimen;
atacando la sede de la Seguridad Nacional, linchando a varios funcionarios,
destruyendo la sede y los equipos del periódico oficialista El Heraldo.
El Palacio de Miraflores se convirtió en el
sitio de reunión de los sublevados y de innumerables dirigentes políticos y
personalidades, quienes procedieron a nombrar una Junta de Gobierno Provisional
que reemplazara al régimen derrocado. La Junta la constituyeron el
Contralmirante Wolfang Larrazabal, como Presidente, y los Coroneles Carlos Luis
Araque, Pedro José Quevedo, Roberto Casanova y Abel Romero Villate. Al amanecer
del día 23, los venezolanos celebran la caída de Pérez Jiménez, a la vez que
protestan por la presencia en la Junta de Gobierno de Casanova y Romero
Villate, reconocidos miembros del depuesto régimen; quienes fueron obligados a
renunciar y reemplazados el día 24 de enero por los empresarios Eugenio Mendoza
y Blas Lamberti. Para facilitar el trabajo de la Junta de Gobierno y
restablecer la democracia en Venezuela, se designó también un gabinete
provisional compuesto por juristas, empresarios y ejecutivos, reservándose a un
militar, el Coronel Jesús María Castro León, el Ministerio de la Defensa.
Posteriormente, la Junta de Gobierno convoca a
elecciones para diciembre de ese mismo año; se liberan presos políticos, se
amplía la Junta Patriótica con sectores independientes, se ratifica en la
presidencia al periodista Fabricio Ojeda; se abre el proceso de castigo a los
personeros del gobierno saliente y regresan los exiliados.
Esos días sellaron una nueva etapa en la
historia de la Venezuela contemporánea. El 23 de enero de 1958 se considera un
triunfo del pueblo. Ese día, turbas enardecidas salieron a las calles, en todo
el país, a celebrar la caída del régimen y a tratar de acabar con los
funcionarios que se habían e
nsañado en
la persecución política durante toda la década. Miembros de la terrorífica
Seguridad Nacional fueron linchados; otros se escondieron por largo tiempo o
escaparon al exterior.
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